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FUENTE: LA OPINION. http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2010/04/18/zamora-cambiar-estructura-laboral-gracias-formacion-profesional/429321.html
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En el corazón de cualquier estrategia de protección pasiva contra incendios, el collarín intumescente se erige como un elemento clave para garantizar la integridad estructural y la seguridad de los ocupantes. Este dispositivo, aunque discreto y casi imperceptible a simple vista, desempeña una labor determinante: sellar los huecos que las tuberías dejan al atravesar paredes, techos o suelos, impidiendo que las llamas y el humo se propaguen a otras áreas de un edificio.
Fabricado con materiales capaces de expandirse rápidamente bajo altas temperaturas, el collarin intumescente se activa automáticamente cuando el calor extremo lo alcanza. Este cambio físico permite bloquear de forma total el paso, deteniendo el avance del fuego y creando una barrera hermética que protege tanto la estructura como a las personas que se encuentran dentro.
Los collarines intumescentes consisten en una carcasa rígida que alberga una carga de material intumescente. Este material, al superar temperaturas cercanas a los 180 °C, aumenta su volumen entre 15 y 20 veces, obstruyendo por completo el hueco que deja la tubería al quemarse o deformarse.
Entre sus ventajas más relevantes destacan:
Eficiencia inmediata sin intervención humana ni energía externa.
Compatibilidad con múltiples diámetros y materiales de tuberías.
Bajo mantenimiento y vida útil prolongada.
Cumplimiento estricto de normativas nacionales e internacionales de resistencia al fuego.
Su instalación es sencilla para profesionales capacitados y se adapta tanto a entornos residenciales como industriales, garantizando una protección continua las 24 horas del día.
¿qué tipos de tuberías protegen los collarines intumescentes? No todas las tuberías presentan el mismo riesgo ante un incendio. Aquellas fabricadas con plásticos o polímeros son especialmente vulnerables, ya que su punto de fusión es bajo y, al quemarse, dejan un hueco libre que favorece la propagación del fuego.
Entre las más comunes que requieren la instalación de un collarín intumescente se encuentran:
PVC (Policloruro de vinilo): ampliamente usado en desagües y sistemas de evacuación.
PE (Polietileno): habitual en conducciones flexibles de agua fría y riego.
PP (Polipropileno): frecuente en redes de agua potable y ventilación.
ABS (Acrilonitrilo butadieno estireno): ligero y versátil, pero combustible.
PB (Polibutileno): muy utilizado para agua caliente, aunque sensible al calor extremo.
PPR (Polipropileno random): resistente en hidráulica, pero no ignífugo.
Multicapa (PE-AL-PE o PEX-AL-PEX): combina capas metálicas y plásticas, pero su núcleo polimérico es vulnerable al fuego.
En todos estos casos, los collarines intumescentes garantizan que, incluso si la tubería desaparece por combustión, el hueco quede completamente sellado y el incendio no encuentre un camino libre.
Aunque el acero, el cobre o el hierro fundido no arden como los plásticos, las tuberías metálicas tampoco están exentas de riesgos. El problema radica en las juntas mal selladas o en el espacio perimetral que queda entre la tubería y el paso por el muro o forjado.
Sin un collarín intumescente, estos pequeños huecos permiten que el humo, los gases calientes y, en casos extremos, las llamas encuentren un camino hacia otras estancias. La misión del collarín en estos casos no es impedir la combustión del tubo, sino asegurar la estanqueidad del paso y mantener la compartimentación del fuego conforme a la normativa vigente.
El uso de collarines intumescentes no es opcional cuando se busca cumplir con los requisitos legales de seguridad contra incendios. La normativa más relevante incluye:
EN 1366-3: ensayo europeo que certifica la resistencia al fuego en pasos de instalaciones.
Marcado CE: acredita que el producto cumple las directivas europeas de seguridad.
ETA (Evaluación Técnica Europea): establece los parámetros y métodos de instalación aprobados.
Reglamentos nacionales de protección contra incendios, que obligan a su instalación en pasos de tuberías combustibles.
No acatar estas normativas puede derivar en sanciones, responsabilidades legales y, lo más grave, en riesgos letales para los ocupantes.
La colocación de un collarín intumescente debe ser realizada por instaladores certificados en protección pasiva contra incendios. Un error en el diámetro, la fijación o la ubicación puede comprometer su funcionamiento en el momento crítico.
El proceso de instalación incluye:
Medición precisa del diámetro exterior de la tubería.
Selección del collarín adecuado, compatible con el material y tamaño.
Fijación mecánica firme con tornillería certificada.
Sellado perimetral con productos ignífugos complementarios si es necesario.
Una instalación profesional asegura que el collarín cumpla su misión de forma efectiva y sin comprometer la estética o funcionalidad de la instalación.
Aislamiento térmico y hermético en puntos vulnerables.
Adaptabilidad a diferentes proyectos y entornos (viviendas, oficinas, industria).
Incremento del valor de la propiedad gracias al cumplimiento de normativa y certificaciones.
Reducción de riesgos para ocupantes y bomberos durante una emergencia.
Protección continua, sin dependencia de sistemas eléctricos o manuales.
No proteger los pasos de tuberías con estos dispositivos puede transformar un pequeño foco de incendio en un sinestro incontrolable. La combustión de tuberías plásticas deja abiertos canales por los que el fuego y el humo avanzan sin obstáculos, comprometiendo la evacuación y multiplicando el daño estructural.
En el caso de tuberías metálicas, la falta de sellado permite que el humo caliente y gases tóxicos se propaguen, poniendo en riesgo la vida de quienes se encuentran en el edificio y dificultando la labor de los equipos de emergencia.
El collarín intumescente es mucho más que un accesorio técnico: es una barrera fundamental que preserva la compartimentación y evita que el fuego encuentre caminos libres. Su eficacia se multiplica cuando se instalan collarines intumescentes certificados, adaptados al tipo de tubería y colocados por profesionales especializados.
En materia de protección contra incendios, la prevención es la única estrategia aceptable. Invertir en estos dispositivos es apostar por la seguridad, el cumplimiento normativo y la preservación de vidas y bienes.